‘Suecia necesita importar residuos de Noruega para cubrir sus
necesidades energéticas’. Este titular se difunde últimamente por medios
y redes sociales y, de entrada, cuando lo lees te planteas: ¿es esta
una buena noticia?
En el marco de la Semana Europea de la Prevención de Residuos 2012 que busca concienciar a la ciudadanía de la importancia de generar menos residuos; el caso de Suecia no deja de ser paradójico.
De entrada, todo parecen ventajas. En Suecia sólo un 4% de los residuos acaban en vertedero; el 96% restante se recicla o incinera. En
cuanto al reciclaje, es un país ejemplar. La ciudadanía está más que
concienciada. El reciclaje se ha asumido como parte de la logística
familiar, lo que posibilita la correcta separación de muchos tipos de
residuos, permitiendo su posterior reciclaje y aprovechamiento: restos
orgánicos, metales, pilas, vidrios de color, vidrios transparentes,
plástico duro , plástico blando, cartón, papeles, periódicos, revistas …
Por otra parte, Suecia es un país “líder global de recuperación de energía a partir de residuos”.
Esta recuperación energética se basa principalmente en la incineración
de sus residuos, a partir de la cual se provee de energía para la
calefacción urbana del 20% del país (810.000 hogares) y para la
electricidad de unas 250.000 familias (de un total de 4,6 millones del
total).
La ejemplar gestión de los residuos en Suecia ha hecho posible, además, reducir de manera significativa las emisiones de gases de efecto invernadero.
E
incluso el proceso de valorización energética de sus residuos ha
minimizado en más de un 90% las emisiones contaminantes resultantes, principalmente metales pesados (en forma de cenizas).
Hasta
aquí, todo es bueno. Un país que reduce sus residuos, que los recicla
de manera óptima y que obtiene energía de la quema de parte de ellos,
reduciendo así el consumo de combustibles fósiles ...
Pero
resulta que esta buena gestión de residuos sumada a que los suecos no
generan muchos residuos óptimos para incinerar, ha situado a Suecia en
una crisis energética: no tienen suficiente residuos para responder a sus necesidades energéticas.
Tienen
muchas incineradoras que construyeron en los años 70, que ahora se han
quedado sin materia prima. Y, por este motivo, se ha visto obligada a
importar los residuos desde Noruega: un total de 800.000 toneladas
anuales! A Noruega le sale más a cuenta pagar por la exportación de
estos residuos que por su incineración dentro de sus fronteras (o por la
implantación de políticas de prevención, que también estaría bien).
Esta
relación entre Suecia y Noruega se podría considerar un ejemplo de
simbiosis o de ecología industrial. Un país no tiene residuos
suficientes, el otro tiene un exceso. Entonces el segundo le vende al
primero y ambos salen ganando.
En este caso, para Suecia,
todo son ventajas: dinero proveniente de Noruega, que paga por exportar
sus residuos; recursos energéticos, y finalmente, más dinero proveniente
de la venta a Noruega de los metales pesados resultantes de la
incineración. Es un negocio redondo!
Pero, más allá de
las ventajas actuales que esto pueda suponer para Suecia, el hecho de
depender energéticamente de otros países (sea cual sea la tipología de
recursos energéticos) no debería ser una política a largo plazo. En todo
caso, la importación de residuos de otros países (hasta ahora sólo
Noruega, pero Italia, Rumanía y Bulgaria están también en la lista de
interesados) debería ser una opción transitoria mientras se buscan otras
fuentes energéticas más limpias y renovables. Eso sí.
En
definitiva, aprovechar residuos propios para generar energía es una
opción sostenible: menos residuos a vertedero y menos dependencia de
combustibles fósiles. Pero cuando los residuos dejan de ser propios, el
modelo pierde sentido.
Además, el objetivo final de cualquier
estrategia ambiental de un gobierno debería ser alcanzar el “residuo
cero”, es decir, reducir al máximo su generación. Por lo tanto, una economía que basa parte de su suministro energético en un concepto “caduco” como los residuos, no es sostenible.
Lo
que sorprende, por otra parte, es que el caso de Suecia no es el único.
Otros países avanzados a nivel ambiental como Alemania, Dinamarca y
Holanda también importan residuos desde Italia, Reino Unido, Irlanda y
Francia, ya que estos últimos no disponen de infraestructuras
suficientes para su tratamiento. En Mallorca, hace unas semanas, se
anunció que la isla importaría residuos de algunos de estos países, ya
que tiene una capacidad de incineración superior a residuos que genera
(dado que sus plantas incineradoras se sobredimensionan en base a unas
expectativas turísticas que finalmente, y dado la actual crisis
económica, no se han hecho realidad).
Así pues, importar y exportar residuos no es una novedad. Y parece ser una estrategia energética y de gestión de residuos in crescendo en varios países europeos. ¿Pero es ésta una opción sostenible? Yo diría que no. ¿Tú?
Fuente:
http://www.ecoticias.com/residuos-reciclaje/72890/noticias-de-peligro-de-extincion--bosque-arboleda-selva-plantas-incendios-fuego-humedales-forestal-medio-medio-ambiente-medioambiente-medioambiental-renovables-marm
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http://www.ecoticias.com/residuos-reciclaje/72890/noticias-de-peligro-de-extincion--bosque-arboleda-selva-plantas-incendios-fuego-humedales-forestal-medio-medio-ambiente-medioambiente-medioambiental-renovables-marm
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